Antes del partido, algunos hinchas que habían ido a Lomas y luego habían presenciado el partido de local frente a Cambaceres nos preguntaban ¿Tan mal jugó Temperley en Flandria?, y nuestra respuesta era afirmativa. Si. Fue el peor partido de todos.
Viene a cuento este comentario pues, los primeros minutos frente a Atlanta parecieron una continuidad del encuentro jugado el pasado sábado. Temperley tuvo cinco minutos de descontrol en el cual un rival limitado y timorato parecía el Manchester pues los volantes picaban al vacío, triangulaban, jugaban de primera frente a volantes y defensores Celestes que solo atinaban a mirar azorados.
En cuatro minutos el visitante tuvo un penal no cobrado (agarrón al 9 Ojeda), un desborde por izquierda de Ferreiro, conectado por Fernandez y estrellado en el palo, y un tiro libre (en realidad dos pues el árbitro lo hizo repetir por supuesto adelantamiento de la barrera) que terminó colgado del ángulo izquierdo de Crivelli ejecutado por Fernández. Uno a cero, casi desde el vestuario. Si no hubiera sido por el marco y los listones azules de la camiseta Bohemia, hubieramos pensado que todavía estábamos sufriendo el partido frente al "Canario".
Poco a poco, Temperley fue ajustando algunas marcas y el rival mostrando sus carencias y limitaciones. Un gol era ventaja y a cuidarlo.
La pelota pasó al dominio del Celeste, pero con Quevedo y Núñez muy presionados por sus rivales (y porque no decirlo, molidos a patadas con y sin pelota) quien debía administrarla era Mendoza, y sabido es que este no es precisamente su fuerte.
Todo terminaba en largos envíos sin demasiado sentido para que Soler y Gozzarelli, traten de pescar algun rebote.
El rival estaba cómodo en este juego. Sin desnivel en los volantes celestes, el único peligro generado eran los centros sobre el área donde Sosa, en ofensiva, ganaba siempre, pero sus cabezazos no tuvieron destino importante.
Las únicas luces de alerta en la etapa inicial se producían cuando Pajón o el juvenil Carreira cambiaban el ritmo, pero estos arranques no encontraban demasiada compañia.
Tras uno de estos despegues de Carreira, Bogni (si Bogni! el mismo, el del Penal con Cambaceres..) le cometió una fuerte falta a Núñez en el borde del área y Pajón sacó un fuerte remate, desviado milagrosamente por Llinas.
Fue la única mas o menos clara de Temperley en todo el primer tiempo.
En el complemento el Celeste mantuvo la fórmula, intentos fallidos de desbordes que frente a la imposibilidad de concretarse terminaban en centros a la olla, sin demasiado destino. Gozzarelli pescó una a los 8' pero su cabezazo se fue por arriba.
Lo de Atlanta estaba bien claro, hacer tiempo (hubo no menos de cinco jugadores "lesionados"), golpear a los rivales (siete amarillas y dos rojas), aprovechar la pasividad de un árbitro mediocre, jugar con la impotencia de un rival apurado y limitado y tratar de embocar alguna contra. Todo esto con uno de los planteles mas caros de la categoria. Conocemos bien esta formula que sirve para ganar partidos, pero no campeonatos. Pero no avancemos mas en este tema. Pasini hoy es problema de Atlanta y no nuestro.
Temperley no lograba generar peligro hasta que a los 25' un remate desde afuera de Quevedo fue milagrosamente desviado por Llinas, la pelota dio en el travesaño y se fue al corner. De ese corner cabeceó Martínez y su envío volvió a dar en el travesaño, el rebote trató de impactarlo a un metro del arco Cerica de chilena, pero su envio se fue afuera. Tres claras en un minuto.
Las patadas que pegaban los visitantes eran cada vez mas alevosas. Núñez recibió una terrible de Bilbao, que luego se iría expulsado, y a partir de allí jugó en una pierna. Algo parecido le sucedió a Quevedo tras un criminal planchazo de De Muner. Gutierrez revoleaba tarjetas sin demasiado sentido ni equidad.
Los últimos veinte minutos desnudaron toda la impotencia del Celeste. Sin un jugador que tuviera la cabeza fría para aprovechar la superioridad numérica, todo eran centros, pelotazos y arremetidas individuales que facilitaron la labor defensiva del Bohemio.
Entre los centros sin sentido los "lesionados" haciendo tiempo, los cambios y las expulsiones, se fue el partido.
Merito a la efectividad, y castigo al apuro y a la impericia para definir.
El Celeste, con algunos juveniles, fue mucho entusiasmo pero muy poca cabeza. Sabido es que el corazón y la garra sirve para meter a los rivales contra su arco, pero sin la cabeza y la frialdad para definir, todo el esfuerzo se desperdicia.
Todavía no hay nada perdido definitivamente. En este torneo mediocre, todos le ganan a todos y otra "racha" de dos o tres partidos ganados, puede arrimar al equipo nuevamente. De todos modos debe quedar bien claro que en este nivel, no es posible permitirse cuatro o cinco minutos de distracción. Es de esperar que esta lección hoy haya sido bien aprendida.
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