lunes, 4 de febrero de 2008

Arte, ética, moral, ideología

Es como cuando discutimos de futbol...
¿Cuantas veces nos rebaten?, fulanito es un tipo barbaro, cuando lo estamos criticando como jugador.

Mira.. tiene la camiseta pegada a la piel. Si, pero le pega con la canilla decimos.

A la inversa, gran jugador.. dicen, pero mal bicho. Ni la esposa lo quiere.

Y nosotros decimos, ¿que ostia me importa? ESTAMOS HABLANDO DE FOBAL!!!

Lo mismo pasa con los artistas. Tratamos de invalidar la obra, por supuestas miserias personales.

Resulta que un la obra de un tipo no vale, si es de derechas, "zurdo", anarquista o lamebotas.

Cuando lo unico imperdonable es, a mi modesto juicio, si la obra es berreta. Pues, si la obra es valiosa, MENEFREGA su ideologia.

Como tengo muchas limitaciones cognitivas, suelo recortarme frases para esclarecerme el espíritu y entender mejor las cosas.

Hace unos meses leí una crítica maravillosa sobre la película "La Caída" de Oliver Hirchbiegel, acusada en algunos ámbitos extremistas de "filo nazi" por mostrar un rostro humano de Adolfo Hitler. El autor de la nota, Pablo Cerone redondea su opinión con las siguientes frases:

...tras este ejemplo extremo, arribamos al que creo que es el punto: las acciones de un artista pueden ser ética, moral o ideológicamente cuestionables, y todo artista cabal se hará siempre absolutamente responsable de sus consecuencias. Pero sus obras son inocentes de tales reproches. La obra de arte se juzga en función de una escala de valores en la que la ética, la moral o la ideología importan mucho menos que la solvencia técnica del autor o su capacidad para emocionarnos o cuestionar nuestros supuestos.

Pensemos en esta analogía: un cuchillo sólo se convierte en un instrumento de muerte cuando lo empuña un asesino; el horror de un crimen está en el acto de matar, no en el objeto empleado. Tanto valdría que, en vez de un cuchillo, se empleara un crucifijo: seguirá siendo un crimen.

Una última observación: la descalificación ideológica de una obra suele funcionar como una especie de preservativo que nos aísla del contacto con artistas que no piensan como nosotros. Pero si no podemos hacer que nuestras ideas dialoguen (o polemicen violentamente) con los postulados de una obra de arte ¿son en verdad ideas?

Por eso, amigos, si el 9 no hace goles, aunque sea buen tipo, es tronco, y si el 7 gambetea como Messi, aunque sea medio agrandado, seguirá siendo un jugadorazo.

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