Hay partidos donde se pierde dejando todo, demostrando a la gente que hace el sacrificio que pese a todo lo que se puso, no alcanzó. Muchas veces hemos visto salir equipos de Temperley derrotados, con aplausos por parte de la gente. Este mismo plantel, con este mismo técnico salieron ovacionados el día que perdieron dos a uno de local con Atlanta, y debieron afrontar un segundo tiempo completo con nueve hombres. Cuando se demuestra ese "algo mas" la gente reconoce.
Por el contrario cuando la gente percibe egoismos, indignidades, y miedos deportivos, cuando se da cuenta que quienes visten la camiseta de Temperley no merecen llevarla, reacciona mal y arrastra a todo, jugadores, cuerpo técnico y por supuesto dirigentes.
El 1-4 con Talleres fue la gota que derramó el vaso. La gente mostró claramente que mas allá del campeonato ya perdido, del año futbolístico ya perdido, necesitaba demostrar que buscaba un cambio inmediato. Y el cambio se produjo.
Seguramente y mas allá que cumplirán su contrato hasta fin de año hay jugadores que no vestirán mas la camiseta del primer equipo de Temperley, algunos de ellos ya los hemos nombrado en nuestras columnas y bastaba verlos correr cinco minutos para que quede bien claro que estos jugadores no estaban ni anímica ni física ni futbolísticamente en condiciones de jugar en Temperley. Ya no jugarán mas.
El director técnico agarró a mediados de la primera rueda un equipo desarmado y sin rumbo futbolístico. Ordenó un par de piezas, se le dieron algunos resultados y parecía que podía reencauzar la campaña. El final del Apertura abría margen para la esperanza.
El Clausura fue catastrófico desde su función. Se equivocó con las incorporaciones, se equivocó con muchos de los planteos, mantuvo en primera a jugadores por su apellido sin jugarse a un recambio por chicos que vienen empujando de abajo. Nadie tiene mas claro que el que en este caso nadie lo echa, el debe irse solo pues fracasó en su función.
La situación de los dirigentes también era precaria. La suma de varias campañas sin éxitos deportivos o convulsionadas como la del año pasado fueron carcomiendo y resquebrajando la relación entre la gente y sus dirigentes así como la propia interna dirigencial. Esta campaña con estos resultados, en particular los del Clausura, dejaron a la Subcomisión de Fútbol en pie pero "groggy", la piña que representaron los cuatro goles de Talleres los puso knock out definitivo. En una votación "por aclamación" se resolvió llevar a cabo un recambio en la Subcomisión de Fútbol.
La nueva Subcomisión tras aceptarle la renuncia a Zielinsky y para no crear la situación absurda de volver a nombrar un DT que ya se había manifestado impotente para conducir este plantel optó por convocar a otra persona que está trabajando en inferiores del club. Es el ex jugador Celeste José Barrella quien en un interinato conducirá al plantel profesional hasta el final del torneo.
Respecto al equipo, se esperan cambios en el mismo en todas las líneas. Reaparecerán borrados y desaparecerán algunos íconos del cuerpo técnico anterior.
Volvemos al mismo concepto de nuestra nota anterior. Ya no es posible obtener nada desde lo deportivo. Recuperemos, al menos, la dignidad.
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