domingo, 17 de junio de 2012

Temperley, un club de abuelos, padres e hijos

Mi abuelo paterno José llegó desde su Galicia natal escapando del hambre en la década del 20, sabiendo que iba a vivir en una desconocida localidad llamada "Temperley" en las afueras de Buenos Aires, pues una hermana ya vivía en la zona. Se instalaron en una pieza junto a mi abuela y trabajaron 13 o 14 horas diarias, hasta que consiguieron lo suficiente para comprar un lote en Santa María de Oro, entre Perito Moreno y Jacinto Rosso, donde vivieron casi 40 años.

El primer partido de fútbol que vio fue uno de Boca, al cual lo llevaron compañeros de trabajo, sin embargo, a poco de instalarse, le informaron que a pocas cuadras había un modesto club de barrio cuyas hazañas deportivas en la década, lo habían llevado a codearse con los grandes de la Argentina. Fue a ver un par de partidos y ya no pudo decir que era de ningún otro. Seguía a Boca por la radio, pero a la cancha, tanto de local como de visitante iba a ver a todos lados a Temperley. Un sentimiento que lo llevó muy adentro hasta el último de sus días.

Mi abuelo materno Adolfo, nació en Palermo, Capital Federal, a principios del Siglo XX, hijo de una familia numerosa originaria de Catanzaro, Italia. Dado que en la mesa, no todos los días había comida suficiente para todos, a los once años de edad, comenzó a trabajar en el Ferrocarril Sud. Su equipo del barrio era "Sportivo Palermo" el cual en los '20 desapareció, luego simpatizó con Estudiantes de la Plata, gracias a una gran delantera que los "Pinchas" tuvieron en los '20. Pero a finales de los '20, por su trabajo, debió instalarse junto a su esposa, en una pequeña casa en Avda Meeks, a pocas cuadras de su lugar de trabajo, la Estación Temperley.

Comenzó a ver a Temperley y el flechazo fue inmediato, ya no hubo otros colores que ocuparan un lugar tan grande en su corazón. Por su trabajo, luego fue trasladado a otras ciudades del interior Bonaerense, (Olavarría, Azul, Tres Arroyos), pero ya era tarde "el virus celeste" ya lo había contaminado, y cuando venía desde donde fuera a visitar a la familia, se hacía un tiempo para ir a ver al Celeste.

Mi padre, vivió el club Temperley, desde muy chico. Nacido a pocas cuadras del club, hizo todo su colegio en escuelas de la zona. De muy chico llegó a ver los goles de Agnolin, y tuvo la suerte de disfrutar las enormes delanteras Celestes de la década del 40. Vio los grandes equipos sin tanta suerte deportiva de los 50, y también siguió a todos lados a la maravillosa delantera Celeste, de mediados de los '60. Ser de Temperley para El, fue y afortunadamente Es, una cuestión casi natural.

Sin embargo, ya avanzados los 60, y en los 70, ya como comerciante, abría su negocio los sábados y por ende, dejó de ir de visitante, justo cuando yo comenzaba a tener edad para ir a la cancha.  Por ende fue mi padre quien me transfirió los "genes Celestes" pero fueron mis abuelos quienes me llevaron a verlo, a todos lados desde muy corta edad.

Conocí  gracias a ellos, todas las canchas, incluso algunas que ya no existen, como la vieja cancha de Liniers a pocas cuadras del Jose Amalfitani de Velez, la vieja cancha de Platense, en Manuela Pedraza y Cramer, la cancha de ACIR, donde hacía de local Deportivo Español, y la vieja cancha de Quilmes en Guido y Sarmiento.. y otras que todavía están, pero donde era fácil llegar, y no tan fácil salir, como la del Doque, la Isla Maciel o Mataderos..

Si para mi padre fue natural ser hincha de Temperley, para mi, con abuelos y padre con dicha pasión fue, casi no tener mas alternativas. A Dios Gracias.

Ayer, por la mañana, el club era un hervidero de gente, trabajando, asociándose, comprando en el local, o yendo a practicar algún deporte. Vi muchos niños y niñas vestidos de Celeste de la mano de sus padres, recorriendo el club. Sin saberlo, estaban recibiendo una dosis de un virus que llevarán por el resto de sus días en su sangre, y en su corazón.

Esto es Temperley, un club y un sentimiento que se transmite de abuelos a padres y de padres a hijos. Una pasión que crece y se expande sin solución de continuidad. Una masa de gente que espera, de una buena vez, contar con una conducción que pueda canalizar todo ese sentimiento y empuje en forma positiva y hacia destinos mas importantes. Este es el desafío que todos tenemos.

En este día tan especial, un eterno agradecimiento a mis abuelos, y a mi viejo por transmitirme una de las cosas mas lindas de mi vida, ser uno de los tantos "enfermos" de este hermoso virus Celeste.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

La verdad es asi Temperley se lleva en el corazón pero tambien en la sangre ,mi viejo me hizo socio desde que naci y ahora bastante lejos de casa ,de mi barrio,de mi club ,los sentimientos por esos colores se multiplicaron tanto que es asi,que trato de ver al equipo por internet o escucharlo via on-line en el computador.Gracias papá por hacerme hincha celeste hasta que la muerte nos separe!!!

jimbrun57@hotmail.com dijo...

Estimado Fabián: Se me cayó un la-
grimon al leer tu nota. Mi viejo me
hizo socio del Cele en 04/1954, por
lo que hoy soy vitalicio nº 1409, vi jugar la mejor delantera cuando eran cinco: Dominguez, Âvila, Mon-
teserin, Chavaño y Prato. Como el anterior comentario, hoy lejos de Turdera, sigo la marcha del club por la web, desde Motril-España. Espero que antes de pasar a mejor vida, pueda volver a pisar las calles de Turdera y mi querido Club. Por un Temperley grande para todos, te saludo afectuosamente. JOSE IGNACIO MARTINEZ.