Quienes siguen nuestros comentarios saben que no somos de justificar malas actuaciones, ni mucho menos acomodar resultados a "merecimientos". En el Fútbol, se puede jugar bien, regular o mal, se pueden tener muchos atenuantes o ninguno pero a la larga, los equipos recordados y aquellos que los hinchas guardan en su memoria no son ni los que jugaron mejor, ni mucho menos los que tuvieron atenuantes, sino aquellos que ganan.
Sin embargo, y en este partido en particular es imposible comenzar este comentario, sin mencionar las situaciones extra futbolísticas con las que debió lidiar Barrella para armar el equipo. Sabido es que el plantel Celeste no es precisamente largo, por ello las bajas por lesión de Salomón e Impallari sumada a la suspensión de Maxi Núñez eran particularmente sensibles para el andamiaje Celeste, mas allá que ninguno de ellos haya tenido partidos brillantes en sus últimas actuaciones. También es un hecho conocido que Giannunzio está jugando, "entre algodones" y que en estos últimos partidos, está rindiendo por abajo de su nivel por este tema.
Lo inesperado se vivió el mismo día del partido, en horas de la mañana cuando el técnico Celeste tomó conocimiento que medio plantel estaba aquejado de problemas gastrointestinales, los mas afectados fueron Lucio Micheli y Emanuel Carreira quienes iban a ser titulares y no pudieron recuperarse y fueron bajas de último momento. Lazzarini, otro de los afectados, ingresó a la cancha, pero apenas aguantó media hora dentro de la misma.
Por ello hablar de cualquier planteo táctico o estratégico previo y su realización posterior en la cancha no tiene demasiado sentido. Temperley, con un equipo de emergencia, salió a tratar de hacer el mejor papel posible, e hizo lo que pudo.
Con línea de tres en el fondo, Molina como rueda de auxilio de Giannunzio, Pajón y Quevedo con obligaciones defensivas y ofensivas, Lazzarini de nexo y con Cerica y Soler arriba, el Celeste salió con su esquema de juego habitual pero con otros actores.
El rival se jugaba mucho, como inmediato perseguidor de All Boys, pero a diez puntos de distancia debía tratar de ganar para, al menos, ponerle al Albo un poco de presión, por ello salió con todo al ataque, pero dejando muchos espacios en el fondo.
De hecho, en la primera contra, en dos oportunidades el Celeste estuvo a punto de abrir el marcador. Primero fue Cerica, quien solo y mano a mano remató demasiado "al bulto" permitiendo a Griffo contener y en la jugada posterior, fue Pajón de media distancia que produjo otra buena atajada del arquero visitante.
El visitante manejaba mejor la pelota por intermedio de Casado, pero tanto Akerman como Fuentes, sus puntas estuvieron muy bien controlados por la defensa Celeste. El Celeste sin futbol pero con mucha entrega trataba de emparejar el fútbol del visitante con lucha y actitud, pero no alcanzaba.
Morón, sin embargo, solo producía algún peligro en pelotas paradas y en pelotazos cruzados. Primero fue Giannunzio que en un rechazo casi convierte en contra, y luego el pelado Cerruti que, absolutamente solo ¨avisó¨ y cabeceó por encima del horizontal.
El partido era parejo, sin demasiadas llegadas hasta que Soler, guapeó una pelota por derecha, amagó a encarar hacia adentro y tiró dentro del área una gambeta larga hacia afuera y Luque, en forma algo inocente pues la jugada no representaba demasiado peligro le cruzó la pierna cometiendo falta, penal claro cobrado por Derevnin. Quevedo, con remate fuerte y alto abrió el marcador.
Como se esperaba, en el complemento el visitante se vino con todo y el Celeste cometió el error de retrasar demasiado sus lineas. Sin mucha claridad, y terminando todas las jugadas en centros a la olla Morón metió en un arco al Celeste que no conseguía la tranquilidad en la mitad de la cancha para manejar la pelota ni la fuerza en ninguno de los delanteros para aguantar la jugada y descomprimir la situación. Para peor la defensa era todo rechazos a cualquier lado.
Sobre los 16' del complemento un centro frontal de Casado, encontró nuevamente solo y sin marca en el área chica a Cerruti quien esta vez de cabeza empató el partido.
El cansancio comenzó a hacer mella en jugadores de ambos equipos. El partido se convirtió en un ida y vuelta, sin demasiado criterio. Morón con la velocidad del ingresado Martínez por derecha lograba desbordes pero sus centros, por fortuna, carecían de precisión. Por parte del Celeste, ni Salomone, ni Cerica podían aprovechar las enormes ventajas que ofrecía la defensa del Gallo. Apenas un par de cabezazos débiles de Salomone y Sosa llevaron algún peligro.
En el final Morón tuvo dos claras para ganarlo. Primero fue Carli quien de cabeza solo desvió por encima del horizontal, luego fue Martínez quien, tras un rechazo corto de la defensa Celeste, en la puerta del área y sin marca elevó su remate.
Fue empate y no le sirvió a ninguno de los dos.
En este partido, realmente, no había forma que el equipo diera mas. Cada uno de los jugadores Celestes, con sus limitaciones dejaron todo, pero no alcanzó. Los contratiempos fueron demasiados.
En el balance, este partido dejó en los hinchas una sensación agridulce. pues, si bien es cierto que se valoró el esfuerzo de los jugadores, se tuvo conciencia que si el equipo hubiera puesto esta misma actitud en otras circunstancias mas favorables, seguramente hoy Temperley no se estaría lamentando volver a quedar fuera del Reducido.
Tarde piaste, se dice en el Campo.
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