La polémica sobre si es necesario jugar o no con enganche está a la orden del día, es una de las charlas futboleras que predomina a nivel mundial. Y Temperley, sumergido en un mercado del ascenso que pone en sus góndolas cantidad en lugar de calidad, se ve casi obligado a sacrificar al clásico “10” en pos del funcionamiento colectivo.
“Me gustan los equipos que juegan con un enganche, la idea es jugar 4-3-1-2”, había dicho Ricardo Zielinski cuando aterrizó en tierras gasoleras. Sin embargo, ante el bajo nivel de Diego Figueroa (con la posterior rescisión de su contrato), la poca disponibilidad de conductores que existe en el fútbol de ascenso y la falta de un jugador en ese puesto dentro del plantel (los únicos con virtuales chances de ocuparlo parecen Jorge Martínez Ramos o el pibe Elio Yegros) el DT, de a poco, empezó a variar su sistema en función de lo que tiene a mano.
Así, en el primer amistoso de la temporada frente a Quilmes apareció el 4-4-2 bien marcado con Rodas y Giannunzio repartiéndose la mitad de la cancha, con Núñez bien abierto sobre la derecha y con Martínez Ramos, pero en la posición de un seudo volante izquierdo que, cuando el equipo ataca, le deja el paso a Luis Rodríguez y se transforma en conductor; y que cuando pierde la pelota ocupa rápido su lugar cerquita de la línea de lateral.
“El entrenador me da libertad para jugar, me pide que busque a los delanteros; pero también sé que tengo la obligación de dar una mano por la banda cuando la tiene el rival. Es algo lógico, porque en un fútbol tan aguerrido como el de la Primera B se hace difícil jugar con un tipo totalmente libre”, remarcó el uruguayo.
¿Más argumentos? Los refuerzos. Luego de la incorporación de Fernando Pasquinelli (vendrá bárbaro por la ida de Soler a Jujuy) se esperaba por la contratación de Juan Carlos Padra. Sin embargo, el ex Huracán no conformó al cuerpo técnico y el que sí se sumó al Cele fue el mediocampista (típico carrilero por izquierda) Cristian Saboredo.
“No vamos a forzar al equipo a jugar con un sistema que no siente. En toda mi carrera como técnico siempre miré el plantel a la hora elegir cómo vamos a jugar. Buscamos un enganche, pero no pudimos encontrarlo. Y como les dije a los dirigentes, si no se puede traer un 10 de categoría mejor buscar un volante que pueda rendir por afuera”, nos comentó el Ruso.
Y siguió: “El enganche tiene que ser un diferente, un tipo que marque diferencias con claridad. Y si uno no lo tiene mejor armar un equipo compacto, sólido, solidario y con variantes colectivas para compensar ese desequilibrio individual que no tenés”.
“Me gustan los equipos que juegan con un enganche, la idea es jugar 4-3-1-2”, había dicho Ricardo Zielinski cuando aterrizó en tierras gasoleras. Sin embargo, ante el bajo nivel de Diego Figueroa (con la posterior rescisión de su contrato), la poca disponibilidad de conductores que existe en el fútbol de ascenso y la falta de un jugador en ese puesto dentro del plantel (los únicos con virtuales chances de ocuparlo parecen Jorge Martínez Ramos o el pibe Elio Yegros) el DT, de a poco, empezó a variar su sistema en función de lo que tiene a mano.
Así, en el primer amistoso de la temporada frente a Quilmes apareció el 4-4-2 bien marcado con Rodas y Giannunzio repartiéndose la mitad de la cancha, con Núñez bien abierto sobre la derecha y con Martínez Ramos, pero en la posición de un seudo volante izquierdo que, cuando el equipo ataca, le deja el paso a Luis Rodríguez y se transforma en conductor; y que cuando pierde la pelota ocupa rápido su lugar cerquita de la línea de lateral.
“El entrenador me da libertad para jugar, me pide que busque a los delanteros; pero también sé que tengo la obligación de dar una mano por la banda cuando la tiene el rival. Es algo lógico, porque en un fútbol tan aguerrido como el de la Primera B se hace difícil jugar con un tipo totalmente libre”, remarcó el uruguayo.
¿Más argumentos? Los refuerzos. Luego de la incorporación de Fernando Pasquinelli (vendrá bárbaro por la ida de Soler a Jujuy) se esperaba por la contratación de Juan Carlos Padra. Sin embargo, el ex Huracán no conformó al cuerpo técnico y el que sí se sumó al Cele fue el mediocampista (típico carrilero por izquierda) Cristian Saboredo.
“No vamos a forzar al equipo a jugar con un sistema que no siente. En toda mi carrera como técnico siempre miré el plantel a la hora elegir cómo vamos a jugar. Buscamos un enganche, pero no pudimos encontrarlo. Y como les dije a los dirigentes, si no se puede traer un 10 de categoría mejor buscar un volante que pueda rendir por afuera”, nos comentó el Ruso.
Y siguió: “El enganche tiene que ser un diferente, un tipo que marque diferencias con claridad. Y si uno no lo tiene mejor armar un equipo compacto, sólido, solidario y con variantes colectivas para compensar ese desequilibrio individual que no tenés”.
El jueves, frente a Defensores de Belgrano; y el sábado frente a Ferro en Caballito se empezará a ver a un nuevo Temperley con estilo bien definido: el de las llegadas por las bandas, el de la búsqueda a un nueve pivote como Pasquinelli, el de la entrega y los dientes apretados a la hora de marcar. Ojalá que, para el bien de todos, la nueva identidad traiga más felicidad.
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