viernes, 10 de diciembre de 1999

¿Club social o empresa deportiva?

Cuando se intenta definir el perfil futuro de una Institución como el Club Atlético Temperley siempre se cae en la dicotomía respecto a si debemos planificar un club con raiz y objetivo meramente social o si debiera privilegiarse la inserción de la institución en el elevado nivel del deporte profesionalizado y por ende transformarlo en una empresa deportiva.

Desde el momento de su fundación hasta la fecha hay dos situaciones que son muy claras en el Club Atlético Temperley, por un lado que el mismo ha sido constituido desde el punto de vista societario y se ha manejado como lo que es, es decir una Asociación Civil sin fines de lucro y por el otro que desde 1931 fecha en la cual en la Argentina se profesionalizó el fútbol, la actividad principal de la institución fue un deporte profesional.

Durante mas de cincuenta años con ciertos vaivenes ambas situaciones convivieron en la institución en forma mas o menos ordenada. Las actividades sociales florecían independientemente de un manejo del fútbol que se caracterizaba por su austeridad y prolijidad.

Entrando en la década del ochenta con el equipo en primera división la contradicción de manejar una Institución con dirigentes de Asociación Civil y debiendo tomar decisiones sobre situaciones de números de cinco y seis cifras explotó, primero en un Concurso Preventivo desencadenando luego en la Quiebra que actualmente sufrimos.

Frente a este resultado y ante una realidad donde el Fútbol Profesional se ha hiperprofesionalizado, es válido el planteo de si una institución decide ser exclusivamente un Club Social o se mete de lleno en el mundo de los negocios mutando en una Empresa Deportiva. Sin embargo en el caso del Club Atlético Temperley, en nuestra opinión, no es posible optar en forma exclusiva por uno u otro camino.

Por un lado, Temperley no puede violar sus estatutos ni su función social básica máxime en los tiempos que corren donde el Estado ha dejado de cumplir ciertas pautas de protección y/o esparcimiento a la población y son precisamente las entidades deportivas las que han tomado la posta en este sentido. Por otra parte, abandonar el fin social básico sustituyendo el mismo por el fin de lucro, desnaturalizaría la propia esencia institucional llevándonos a un esquema opuesto al planteado por los fundadores.

Del mismo modo tampoco puede pretenderse que Temperley abandone el Fútbol profesional. Nadie duda que es el motor del club y la actividad que le dió origen y desarrollo a la institución. Si bien todos los deportes del club son igualmente respetables y valorables, especialmente desde el punto de vista de quien los practica, el fútbol, tanto por su factor movilizador como por su importancia en la historia y trayectoria de la institución ha sido y es el deporte principal del club. Es imposible pensar en Temperley sin fútbol.

Frente a esta contradicción, no hay mas alternativa que ambas situaciones convivan en el club pero cambiando radicalmente el modo de enfocar ambos temas. En lo social se debiera privilegiar la función del Club como entidad intermedia sin fines de lucro privilegiando la incorporación de socios; en lo futbolístico se debiera manejar el tema como una verdadera empresa comercial tanto en lo que se refiere a su modo de gestión como a los mecanismos de control a implementar por parte del socio.

El problema en los clubes es cuando se invierte las recetas, no se puede manejar lo social como un negocio ni administrar el deporte profesional como en una sociedad de fomento. Cuando ésto último sucede el resultado está a la vista en nuestra institución.

Es por ello que inmediatamente después de levantada la Quiebra es imperativo reformar el Estatuto el cual debe ser lo suficientemente estricto y flexible a la vez para permitir ambas formas de manejo, para que de esta manera sea posible tener un club social pero con deporte profesional y manejado coherentemente, tal como todos queremos y aspiramos.

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