Han pasado ya once partidos desde el inicio del torneo y si bien, hasta el momento, podemos catalogar a la campaña del Celeste como “irregular”, no podemos dejar de reconocer que en esta lucha de “encontrar el equipo” el técnico se encuentra un poco mas cerca que dos meses atrás.
Sin contar las eventuales lesiones, habilitaciones, incorporaciones tardías y demás situaciones que suelen ir demorando las conformaciones de los planteles, y por ende, de los equipos, uno puede tomar que la idea táctica y futbolística original del técnico fue la plasmada en los primeros dos partidos. Está claro que esta idea de José Barrella respecto al planteo táctico estaba bastante alejada de lo que hoy pone dentro de la cancha. Esto no debe entenderse como una crítica, mas bien todo lo contrario pues el técnico Celeste ha sido lo suficientemente pragmático como para adaptar su gusto futbolístico o, si se quiere, su esquema de juego favorito, en función a los jugadores. En Temperley hemos visto, en mas de una oportunidad técnicos esquemáticos y cerrados que toman el planteo táctico de su preferencia, casi como si fuera una Biblia inmodificable y mueren con el aunque en el intento arrastren un año de trabajo y la suerte de toda una institución.
Muy lejos está el planteo de los primeros partidos con Abraham de “4”, Luis Rodríguez de “3”, un volante central debatiéndose contra lo que viniera, dos volantes carrileros ofensivos (Nieto y Pajón), un enganche clásico (Pertot) y dos delanteros con el esquema que presentó el Celeste en los últimos tres encuentros con una línea de tres, dos carrileros con una función primordialmente defensiva y de colaboración con Giannunzio, dos medias puntas (Quevedo y Nuñez) y un punta solitario aguantando la pelota para que lleguen los volantes.
En la transición entre estos dos esquemas hubo varios ensayos. El del doble volante central definido, quizás abortado por la ida de Hure, el de los dos puntas y un enganche, dejado de lado pues, pese a funcionar el equipo en defensa, al no tener el equipo un enganche natural, los puntas no la tocaban y el equipo casi ni pateaba al arco. Este proceso de “ensayo – error” llevó al Celeste a las últimas posiciones de la tabla, afortunadamente, este último esquema, con un reacomodamiento de piezas y posiciones haciendo jugar a los mejores, en el sector de la cancha donde se desenvuelven mas cómodos, llegó a tiempo para revertir parcialmente la campaña, ganar el clásico, sacar siete de los últimos nueve puntos y ubicar al Celeste en un lugar de la tabla, un poco mas decoroso.
Este último esquema, es evidente, que ha dado resultado, de todos modos, no debe pensarse en el mismo como definitivo o inmodificable. En algunos casos este planteo depende mucho de los nombres que lo integran. No hay en el plantel jugadores de características similares a, por ejemplo, Luis Rodríguez, Giannunzio (cuatro amarillas) o Maximiliano Núñez. Faltando alguno de ellos, al no haber en el plantel jugadores que puedan llevar a cabo un trabajo similar, sería un serio error tratar de repetir el esquema, con otros jugadores.
Tras la victoria frente a Brown, al faltarle Hure, Barrella trató de repetir el esquema táctico con otro jugador ocupando esa posición, el resultado fue el cero – tres con San Telmo. Es de esperarse que el técnico haya aprendido la lección.
“Un equipo para pelear un lugar en el reducido”. Esa es la consigna inicial de dirigentes, técnico y jugadores. En otras palabras, un equipo con limitaciones, plantel muy corto, de poca experiencia (Sosa, Lutzky, Nuñez, Martínez, Gozzarelli, Micheli etc. tienen menos de diez partidos en primera) y sin mucho vuelo ni figuras, pero con mucha actitud.
Con estas limitaciones, si el técnico sigue aprovechando al máximo los recursos con los que cuenta, y no se ata a un esquema determinado es posible soñar con..
Pelear por un lugar en el reducido.
No aspiramos a más, pero la historia de Temperley nos obliga a decir que, tampoco podemos conformarnos con menos.
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